jueves, 19 de diciembre de 2013


Navidad en silencio


Esta navidad el ave volvió a guardar silencio y el jardín sin luces añoraba tu risa. Fue una navidad como todas en la que el consumismo abarrotaba las tiendas, las mesas colmadas de comida y los niños descalzos en los semáforos luchando con la brisa. Una navidad como todas. Pero para esa ave, el jardín sin brillo y el farol huérfano no fueron igual. Faltaba él, con su alegría, su ánimo contagiante y sus ganas de vivir.

Las figuras del nacimiento que esperaron ansiosas en la caja durante todo el año, conversaban en la oscuridad mientras en la acera se escuchaban los villancicos, este año no habría navidad por lo menos para ellas, pero no lo entendían. ¿Dónde está el hombre regordete que las desempolvaba con tanta dedicación cada año?, que pasaba horas interminables acomodando las luces hasta quedar perfectas, el que se sentaba frente al nacimiento en silencio y soledad, solo para observar las inanimadas figuras, sumergido en pensamientos que en ocasiones arrancaban suspiros y por que no, algunas lágrimas.

Tampoco llegó el lechón y su inconfundible olor con las doce campanadas. La olla grande que compró para que la comida alcanzara para todo el que llegara estaba sin oficio en la mesa empolvada del patio trasero. Definitivamente este año en la humilde casa no habría navidad. El ave no canta…su risa no se escucha. Los niños no corren en el pasillo, ya no suenan villancicos, el mundo guardó silencio en esas paredes llenas de recuerdos, es esa casa sin vida.

Dos navidades inolvidables en mi vida, tres partidas… la de tu vida, la de ella…y la del alma mía.

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