No creo en el dios que me enseño mi abuela, que se enojaba con mis travesuras de niña. No creo en el Dios castigador que me enseñaron en el antiguo testamento en mis clases de catecismo.
No creo en el dios muerto que me enseñaron en la escuela ni creo en el dios que en solo siete días creó el cielo y la tierra.
No creo que seamos su imagen y menos su semejanza.
No creo en el dios que dejo delegado a un millonario papa ni creo en el dios que deja morir de hambre y sed a niños en Somalia.
No creo en el dios que se conmueve solo con las lágrimas, ni en ese que se esconde en una caja de oro en un altar de una iglesia que no permite que los indigentes duerman en sus bancas para cubrirse del frío o la lluvia.
No creo en un dios de palo que goza cuando lo pasean por las calles con los pies descalzos y ensangrentados, ni creo en ese dios que castiga con llanto y enfermedades.
No creo en un dios machista que considera a la mujer pecadora por no cubrirse el rostro o la cabeza, no creo en un dios que te manda al infierno por trabajar en sabad ni en aquel que te da el cielo por vender una revista.
No creo en dios si te manda al diablo (literalmente) solo por comer carne de cerdo, por no preparar un pan sin levadura con 12 cruces o 10.
No creo en un dios que se enoja si bailas o si pones una imagen de San Nicolás en la pared.
No creo en un dios que perdona los pecados en la figura de un sacerdote más pecador que yo y además anda en un carro a la moda y no lleva a una anciana que de a malas da un paso.
Conozco un sacerdote que cortó las ramas de sus árboles frutales porque los niños que salían con hambre del colegio recogían las frutas que caían al otro lado de la cerca (el lado externo a su propiedad), que le negó dos limones a un niño que quería dárselos a su madre para la tos (pues no podían comprar un jarabe).
Conozco una señora religiosa que no dejo a su hija ir a la universidad porque el mundo se acabaría en el dos mil y era mejor salvar el alma que la mente, hoy ella se gana la vida vendiendo pendejadas de puerta en puerta.
Conozco un sacerdote que me ayudó mucho y cuando casi empecé a creer en la religión me pidió matrimonio...al diablo el celibato.
Y así he conocido muchas personalidades y hasta tuve una suegra evangélica que decía que yo no era buera para su hijo perfecto porque usaba pantalones y no falda al tobillo (último grito de la moda en el culto).
Es por eso que no creo en el dios que cree la mayoría.
Una señora refinada asiste todos los domingos a misa y no fue ni a la boda de su único hijo porque la mujer con la que se casó solo buscaba (según ella) su dinero.
Para que se aporrean el pecho en una iglesia donde hay que ir vestido de marca y con perfume caro si no te critican los fervientes feligreses.
Ir a la iglesia para calmar demonios, traumas y cargos de conciencia es como ir a cementerio a llevar flores a donde descansan los huesos y podredumbre de alguien que ni siquiera nos dignamos a tratar bien en vida o que ni fuimos a ver al hospital.
Permítanme ser atea porque para mí si existe un dios debe ser muy diferente.
Comenzando no creo que sea blanco con ojos azules y de pelo como hippie de los 60´s.
No creo que sea negro (como insisten los productores de películas de humor norte americanos) hay gente que cree que pintando a Dios de negro es la mejor forma de demostrar que no son racistas igualando a la raza más maltratada, apartada y humillada de la historia con la del ser superior creador de todo.
No creo tampoco que sea chino, ni judío, menos latino o verde.
Si existe dios debe ser una fuerza un sentimiento parecido a la paz que sentimos al ver a un bebé sonreír por primera vez.
Creo que le gusta la música, que le dan risa los chistes y que odia la política. Creo que en ocasiones va a la iglesia, a la sinagoga, a las procesiones, al culto y ve como la gente se ha encargado de distorsionar su imagen acomodándolo e interpretando lo que pudo o no decir como mejor parezca.
Creo que se fue un tiempo del mundo por vergüenza, a ver como en la cruzadas se mataron en su nombre al vez las masacres en el Islam, al ver al papa ser el hombre más rico del mundo, al ver la figura de Pedro convertirse en un déspota con un anillo que hay que arrodillarse y besar sabiendo que con lo que vale ese solo anillo podrían comprarle abrigo a los niños de la calle ni hablar de las paredes de mármol los oleos y las sabanas, cortinas y túnicas de seda, lino con hilos de oro.
Tampoco creo en un pastor por mucho que grite con su saco de diseñador y su carro de lujo que compró al contado gracias a diezmo de un montón de inocentes que creen tener ganado el cielo solo por aceptar a Dios y dar diezmos aunque sean egoístas e hipócritas.
Si dios existe creo que debe estar sentado viendo el mar en este momento, sintiendo la brisa, debe estar guiando las manos de ese cirujano que tiene la vida de alguien en sus manos, debe estar haciendo reír a un niño con una enfermedad Terminal, debe ir volando en esa ambulancia que nos rebasa en el camino.
Si dios existe debe estar aquí dictándole cada una de mis líneas porque en este mundo ni una hoja cae de un árbol si él no lo permite.
Si dios existe está en ese niño que acaba de nacer libre de pecados para unos y sucio para otros pero para él es un milagro más, un hijo perfecto, el resultado de la mutación de un grupo infinito de células que Él como una orquesta hizo que crearan una maravillosa pieza de música.
Es por eso u muchas razones que no creo en tu Dios, el mío está vivo, y quiere que yo sea feliz. Me ama tanto que no me mandara al fuego del infierno, solo por mi manera de pensar. Me guía a cada día, me permite amar, ser yo, enjugar lágrimas y soñar.
2 comentarios:
a ese Dios que crees yo le canto y le escribo versos, es el mismo el que no critica el que ama en verdad
ese Dios me inspira me llena el ser, no critica el ama en verdad
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