miércoles, 4 de junio de 2014

Moraleja

Las descastadas pantuflas ya no son tan ágiles como antes. Los ajados pies que en ellas se protegen han recorrido tantos caminos que ya no llevan prisa. La sabiduría de los años pintó lunas en sus cabellos y mientras la mano temblorosa se aferra al bastón la otra acaricia la delicada mano del niño que aun conserva su mirada inocente, que se pierde cuando empezamos a descubrir, que no hay hadas madrinas, pero si madrastras perversas y brujas de risa macabra. La silla mecedora cada vez se encuentra más distante. A medida que avanza, tararea una canción infantil, y su mente divaga entre el ayer y el mañana. Por un instante, es una niña llena de sueños. Por otro una adolescente enamorada, una novia, madre, abuela, viuda…allí se detiene…suspira, el niño la observa, mientras ella se aferra a esa cruz sin flores. Él agita su mano y la hace continuar. Sentada en la mecedora, coloca al niño en sus piernas. Este se acomoda en su pecho como una pieza de rompecabezas. Ella besa sus cabellos. Y después de unos minutos de completa paz inicia su relato: En un lejano país, vivía una jovencita. Eran muy pobres, porque no tenían dinero, pero a la vez tenían una fortuna, porque estaban unidos y tenían amor. Su padre era un hombre muy trabajador y a pesar de no haber podido estudiar nunca le faltó un trabajo. El padre de la joven, era capaz de hacer cualquier cosa por más pesada que fuera con tal de poder llevar la comida a la mesa y ver feliz a su familia. Un día no tenía dinero. La situación en el pueblo era muy difícil. Se acercaba la hora de la comida y él seguía con las manos vacías. Se sentó a llorar bajo un árbol, le aterraba la idea de fallarle a su familia que lo esperaba en casa. Una mujer adinerada del pueblo lo ve sentado bajo el árbol y se acerca. Señor José (así se llamaba este buen Hombre) necesito un favor suyo. Mi capataz no pudo venir, ¿podría usted trabajar para mí el día de hoy? El hombre sin pensarlo, dio gracias a DIOS y olvidando el hambre, enseguida de un salto se puso de pie, para ponerse a disposición de la amable mujer, que le había salvado el día. Bajo el inclemente sol del medio día, sin haber almorzado aró la tierra, cortó en trigo, limpió el establo. Cargó pesados sacos de verduras para cargar el camión que los llevaría al mercado. Estaba agotado, pero al pensar en todo lo que podría comprarle a su familia y en lo feliz que estarían se incorporaba y sacaba fuerzas para continuar. Entrada la tarde la señora se acercó con una gran sonrisa al ver todo lo que el hombre había hecho. El esperaba su pago su familia lo esperaba sin nada en el estómago. La señora le dio la mano vacía y después de un largo discurso de la dura situación en el pueblo, le dijo le pagaría al venderse las verduras del mercado que regresara en una semana o dos. El hombre agachó la mirada, y se dio la vuelta para irse con paso lento, y llorando hasta su casa. Esa noche, se acostaron sin cenar. Allí viene la primera enseñanza hijo mío. Si no tienes dinero, no pidas a nadie que trabaje para ti. Asegura la paga antes de ocupar a otra persona, no valla a ser que dejes a una familia entera sin cenar. Quiero otra historia abuelita… Esta bien mi amor, pero escucha con atención que esta cansada voz, tiene muchas historias que contarte. Esta historia se trata de un jovencito llamado Tomás. Desde muy pequeño, así como tú, le encantaba leer. Leía sobre el universo, los dinosaurios, mundos increíbles. Pero había un autor que era su favorito. Este renombrado escritor empezó a escribir desde que era un niño, sentía que hablaba y pensaba igual que él. El reconocido escritor lograba captar toda su atención. Tenía todos sus libros, ya con las hojas gastadas. Cada día era más fascinante. Y él lo quería conocer. Al crecer comprendió que el país del escritor estaba muy distante. Y manteniendo intacta su veneración, llevaba sus libros y los acomodaba como un altar, primero en su cuarto de niño, luego en su cuarto de universitario, en su casa de esposo. Cuando llegaron sus hijos les transmitió su fascinación. Y los regalos del día del padre, navidades eran perfectos si eran una edición de lujo de los primeros libros, o su ultima publicación. Los años son inclementes. Y ayudado por una enfermedad envejeció. Sus manos temblorosas limpiaban los lomos de su atesorada colección hasta que le fue imposible levantarse de la cama. Su hijo vio en el diario que el escritor vendría a la ciudad, su agónico padre podría por fin conocerlo. Lo llevó en su silla de ruedas, con un saco y corbata a la presentación del libro. El escritor salió ante la mirada empañada de su padre. Escuchó cada una de sus palabras, con el corazón saltándole en el pecho. Parecía un niño con su primer juguete de navidad. Al terminar. Su hijo se acercó al escritor, el anciano lo veía emocionado en la distancia, observó en cámara lenta como su hijo lo señalaba sonriente y su mirada se cruzó con la de su ídolo durante unos segundos eternos. Vio su seño fruncido, vio a su hijo intercambiar palabras con él que se convirtieron en una disfunción. Nunca supo que hablaron, ni que le dijo, pero pudo imaginarlo. Esa imagen se quedó grabada en su mente, cuando su hijo aferrado al libro que nunca fue autografiado, regresó donde su padre y ambos sin hacer comentarios llegaron a su casa. El viejo murió semanas después. El hombre, con lágrimas en los ojos, hizo una gran hoguera con su mayor herencia. Aquí está la enseñanza número dos. Nunca decepciones a nadie. No sabes quien te admira. No sabes que siente una persona que te ve a lo lejos. Quien soñó toda su vida ser como tú. La anciana miró al pequeño ahora dormido en su regazo. Tarareó la canción de cuna, sus brazos acunaron al pequeño niño, absorbió su inocencia, su olor a bebé, en una profunda paz. Recordó el día en que se acostó sin cenar pero abrazada a su familia, el rostro cansado de su padre y cuando su esposo murió decepcionado de quien admiró toda la vida. Cuando crezcas, mi ángel, también tendrás mil historias. Ahora solo tienes que soñarlas.

viernes, 23 de mayo de 2014

A mis amigos, Nuevos pediatras generación 2014 del HDN

Siempre he comparado la vida como un árbol.
Hay personas de raíces débiles que pueden ser arrancados en la menor tempestad. Hay unos de ramas delgadas. Que no dan abrigo, ni sombra. Solo pasan por el mundo viviendo para sí mismos y al final, mueren sin ser extrañados.
Hay árboles pequeños de frutos dulces. Hay unos imponentes pero de frutos amargos.
Pero hay otros, de raíces fuertes, que vemos desde arbustos convertirse en frondosos árboles, de abundantes frutos. Sus ramas sirven para abrazar aves y ardillas mientras su sombra da alegría al campesino descalzo, al millonario que se sienta a leer un libro, al niño que roba una fruta o cuelga un columpio, los enamorados que tallan un corazón. Estos árboles levantan sus ramas al cielo. Sufren en las tempestades pero a la mañana siguiente sorprenden con su verdor. Sus flores dan aroma sin preguntar quién eres, y sin distinciones hacen sonreír a quien los necesite.
Siempre habrá alguien que por envidia quiere cortarlos, y convertir en madera sus sueños. Pero siempre se alejan solo dejando algunas cicatrices que dan enseñanzas y madurez.
Este árbol no crece solo. Necesita del viento del agua, de las hormigas. Necesita al sol cada mañana y la nube de  lluvia que aunque gris refresca sus raíces.
El Hospital del Niño, año tras año ve convertirse  grandes árboles un grupo de médicos. Que entre el cansancio, risas y sacrificios piensa que vivir ayudando a los niños es la mejor manera de vivir. Ese grupo de jóvenes llenos de sueños sale del hospital que los vio crecer, convertidos en profesionales, recordando al recorrer los pasillos todos los momentos, los amigos y esa gran familia que te enseño, te consoló, animó, corrigió toma muchas veces caminos distintos. Tus amigos, ahora salen a enfrentar la dura sociedad, donde lejos del abrigo de nuestros consejeros (jefe de residentes y de docencia) tienen que enfrentar sus propias batallas.
Siempre recordaré la última huelga médica. En la que funcionarios del hospital y residentes caminamos bajo el sol y luego la lluvia. Estábamos cansados. Luego de terminar, caminamos al hospital y al ver el edificio me pareció extraña la sensación de haber llegado a casa. Eso es lo que será este hospital siempre en nuestro corazón…un hogar.
Amigos, que hoy terminan una etapa de su formación profesional. Sigan adelante, no se detengan. Gracias por sus consejos, por sus abrazos cuando pase por momentos duros, por la paciencia con que me enseñaron de forma fácil lo que aprendieron con desvelos y sacrificios.   
Solo les pido un favor. Donde sea que dirijan sus ramas, lo alto que lleguen. Sean arboles de amor, marquen la diferencia con una sonrisa, dando apoyo al que ve en ustedes la persona que los puede ayudar con la personita que es el centro de la vida, un hijo.
 Pero sobre todo, no pierdan la humildad que los caracteriza y donde sea que se dirijan, lo alto que lleguen. Siempre miren hacia abajo y vean sus raíces, de donde vienen, el amor de su familia y de este hospital que nos abrazó y formó. A los médicos, secretarias y nosotros que seguimos sus pasos. Viéndonos en sus rostros con ilusión en próximos años pero a la vez con la certeza que los extrañaremos.
No les desearé suerte, porque la suerte no existe. Su capacidad y su corazón serán el viento que hinchará sus velas hacia el éxito. No se detengan. El tiempo de llorar en los baños y reír en los pasillos terminó. Hoy da frutos.

Hasta siempre amigos. 

miércoles, 21 de mayo de 2014

Día del Médico

Día del médico. Se llenan las redes sociales de palabras de felicitación. Exaltando la figura del médico, La realidad es que en muchas ocasiones me pregunto si en verdad alguien debe estudiar medicina.Mientras sea Diosvy los remedios de las abuelas los que curan, no somos tan necesarios. Cuando un paciente sale de cuidados intensivos siempre fue gracias a Dios. Cuando alguien muere fue culpa del médico. Cuando estamos sin dormir en los cuartos de urgencia, atendiendo pacientes con problemas no urgentes, y salimos a la calle cuando sale el sol después de una noche sin dormir y ningún taxista nos quiere llevar a la casa. Compramos el diario para ojearlo mientras caminamos a abordar el bus y vemos que aumentaron el salario mínimo, que le aumentaron a los obreros de la construcción y a los policías, mientras nosotros expuestos a enfermedades, mal comidos y sin dormir vivimos con nuestros padres y nos vamos a pie después de estudiar una carrera de seis años, mas dos de internado y con algo de suerte tres o cinco de una especialidad a ver si nuestros hijos pueden ir a una mejor escuela. Solos con los cuartos de urgencia abarrotados, llegan las verdaderas urgencias y mientras haces maniobras de resucitación los demás te gritan en la puerta porque su hijo sigue con dolor de muela. Y entre quejas, gritos, y por qué no uno que otro gracias se pasa un día más de trabajo. Siempre recuerdo una paciente que llego por recomendación de una amiga para que la atendiera. La señora no veía y ya no se sostenía en pie sin ayuda. Después de un mes de exámenes se llego a un diagnostico. La señora gano peso ya veía y su mejor estado general le permitió levantarse a gritarme porque sus papeles de salida del hospital no estaban listos y ella tenía prisa. No puedo generalizar. Esta carrera tiene también momentos gratificantes. Cuando vemos pacientes recuperados, padres felices con sus hijos, dolores resueltos. Por eso si piensan estudiar medicina les daré los siguientes consejos. -Es un mito que ganaras mucho dinero de forma rápida y fácil, para eso hay que romperse el lomo por lo menos los primeros años. Nunca estudien medicina pensando en plata error número 1 Sacrificaras el tiempo con tu familia y amigos -La gratificación no es económica. Es emocional amaras lo que haces, si no serás solo un medico amargado más de los que abundan -Si haces huelgas eres fresco y sin vocación así que tendrás que conformarte con ganar menos que una botella del gobierno para no ser un monstruo -Debes tener una gran paciencia, para sonreír sin dormir ni comer -Debe encantarte leer -Saber dormirte erguido, sin cabecear. (vital para clases, charlas y congresos) -Te debe gustar el color blanco. -Cara de jugador de póker (vital para residencias y jefes asignados de a dedo) -Debes ser sexi -Si te gusta la medicina interna debes ser calvo. Pero lo principal. Debes tener la capacidad de escuchar, ponerte en el lugar de la gente que ve en ti una persona que los puede ayudar. Debes amar a ese niño que te mira a los ojos con admiración, que quiere cuando crezca ser como tú. Debes poder priorizar la vida sobre el cansancio, el amor sobre las ofensas recordando que cuando una persona sufre puede decir cosas que lastiman a la gente que no se lo merece. No es cuestión de dinero, es vocación. Ese beso de despedida, ese abrazo y una sonrisa. La madre que puede abrazar a su hijo una vez más. Un día a día de una persona que casi se va. Una sonrisa cuando cesa el dolor. Mientras sigo a pie, con mi cabello desarreglado. Sin maquillaje. En zapatillas con mi gran mochila camino a la parada de autobús. Sé que en una cama de hospital, ese niño sonriente me dijo hasta mañana. No es cuestión de dinero, posición estatus. Pero si me siento orgullosa, vanidosa solo con el pasaje en el bolsillo, porque cada día de mi vida una sonrisa…hace que valga la pena.

domingo, 13 de abril de 2014

El Asesino del Metro

La humeante taza de café le dio los buenos días. Sin ánimos para trabajar miraba la ciudad desde el inmenso ventanal Un soplo un sorbo. La sensación de calor soportable y delicioso pasó por su lengua y la garganta. Otro sorbo, el reloj que se da tanta prisa cuando disfrutamos de un buen café para luego detenerse en la oficina. El diario de la mañana con un cadáver en la portada, el asesino del metro ataca nuevamente. Mientras ella pasa la pagina para ver lo que la prensa opina sobre la ineptitud del departamento de policía que ella dirige. Sorbo a sorbo disfruta del contenido de la humeante taza. Esta vez se trata de una joven universitaria de 22 años de edad. Violada y estrangulada, nada nuevo. Es la quinta víctima de un maniático que se hace llamar sombra, siempre ataca mujeres jóvenes, de baja estatura, las abandona en las sillas del metro como si esperaran su tren, impecables, sin que les falte ni un solo objeto personal de sus maletas y bolsos. No deja huellas, ni un solo cabello o rastros de semen. Solo los golpes, y la inolvidable expresión de dolor que queda grabada en el rostro de la occisa. El horóscopo dice que será un buen día. Ella sonríe. Su amiga astróloga trata darle ánimos desde la imprenta. Deja el diario en una esquina de la mesa y termina su café. Su rostro luce cansado mirándola en el espejo mientras lava sus dientes. Estos levantamientos de cadáver en las madrugadas la estaban agotando. Sus miradas vacías se iban con ella a la cama. Rostros de niños, mujeres y ancianos. La mirada desafiante del asesino clavada en su rostro. Las manos que le rodean el cuello hasta sofocarla y un despertar a gritos sola en su apartamento. Entre pesadillas y el trabajo se escapaban sus horas de sueño, mientras el asesino sigue en las calles. En la oficina amanece el caos,entre papeles buscan alguna falla en el astuto asesino que los lleve a su paradero. Los teléfonos no paran de sonar con relatos y pistas de testigos falsos. En la morgue el cuerpo sin vida cuenta bajo la lámpara su última cena, sin rastros de piel del asesino. Equimosis en ambos muslos, genitales edematosos, marcas en el cuello. Pero esta vez hay algo diferente. La joven es una prostituta. Huérfana y pobre emigró en busca de mejores oportunidades.Su belleza y juventud ayudadas por el hambre le abrieron las puertas de un camino poco digno pero bien remunerado. El asesino dejo de matar universitarias, ahora mata a cualquier joven hermosa que se atreva a esperar sola el metro, o lo hemos acorralado y ha tenido que asesinar prostitutas, que son presas fáciles en cualquier esquina Sin más alternativas, con una mochila en la espalda. Recorrió el metro en la madrugada. Un vaso con humeante café le hacía compañía. Sintió alguien en su espalda. Un viento gélido le erizó toda la piel. -¿Qué haces aquí? Crees que caeré en una trampa tan común. La respetada investigadora vestida de colegiala como en una fantasía fetichista, esperando que el asesino caiga y ella llevarse el mérito de su arresto. Pero ¿qué te hace pensar, que soy tan estúpido? Han encontrado cinco cuerpos, una buena labor tomando en cuenta que han sido los que les he querido mostrar.Encontraron algo,solamente un trabajo perfecto, ni un solo cabello, piel o semen. Sabes por qué estoy aquí. -Si lo sé, vienes a buscarme. -te equivocas, eres tú la que me está buscando. Quieres acabar con esto porque tú misma lo has iniciado. Sabes que solo soy una sombra. Tú sombra. Ella se da vuelta ve su propia sombra reflejada en la pared. En la banca la joven sin vida espera el metro mientras ella escapa del lugar. Amanece la ciudad con un nuevo titular. Una nueva víctima anónima. Un asesino suelto y un día más de trabajo.