domingo, 13 de abril de 2014
El Asesino del Metro
La humeante taza de café le dio los buenos días. Sin ánimos para trabajar miraba la ciudad desde
el inmenso ventanal Un soplo un sorbo. La sensación de calor soportable y delicioso pasó por su lengua y la
garganta. Otro sorbo, el reloj que se da tanta prisa cuando disfrutamos de un
buen café para luego detenerse en la oficina.
El diario de la mañana con un cadáver en la portada, el asesino del metro ataca nuevamente. Mientras
ella pasa la pagina para ver lo que la prensa opina sobre la ineptitud del
departamento de policía que ella dirige. Sorbo a sorbo disfruta del contenido
de la humeante taza.
Esta vez se trata de una joven universitaria de 22 años de edad. Violada y estrangulada, nada
nuevo. Es la quinta víctima de un maniático que se hace llamar sombra, siempre
ataca mujeres jóvenes, de baja estatura, las abandona en las sillas del metro como
si esperaran su tren, impecables, sin que les falte ni un solo objeto personal
de sus maletas y bolsos.
No deja huellas, ni un solo cabello o rastros de semen. Solo los golpes, y la inolvidable expresión
de dolor que queda grabada en el rostro de la occisa.
El horóscopo dice que será un buen día. Ella sonríe. Su amiga astróloga trata darle ánimos desde
la imprenta. Deja el diario en una esquina de la mesa y termina su café.
Su rostro luce cansado mirándola en el espejo mientras lava sus dientes. Estos levantamientos
de cadáver en las madrugadas la estaban agotando. Sus miradas vacías se iban
con ella a la cama. Rostros de niños, mujeres y ancianos. La mirada desafiante del
asesino clavada en su rostro. Las manos
que le rodean el cuello hasta sofocarla y un despertar a gritos sola en su
apartamento.
Entre pesadillas y el trabajo se escapaban sus horas de sueño, mientras el asesino sigue en las
calles.
En la oficina amanece el caos,entre papeles buscan alguna falla en el astuto asesino que los lleve a su paradero. Los teléfonos no paran de sonar con relatos y pistas de testigos falsos.
En la morgue el cuerpo sin vida cuenta bajo la lámpara su última cena, sin rastros de piel del asesino. Equimosis en ambos muslos, genitales edematosos, marcas en el cuello. Pero esta vez hay algo diferente. La joven es
una prostituta.
Huérfana y pobre emigró en busca de mejores oportunidades.Su belleza y juventud ayudadas por el hambre le abrieron las puertas de un camino poco digno pero bien remunerado.
El asesino dejo de matar universitarias, ahora mata a cualquier joven hermosa que se atreva a esperar sola el metro, o lo hemos acorralado y ha tenido que asesinar prostitutas, que son presas fáciles en cualquier esquina
Sin más alternativas, con una mochila en la espalda. Recorrió el metro en la madrugada.
Un vaso con humeante café le hacía compañía. Sintió alguien en su espalda. Un viento gélido le erizó toda la piel.
-¿Qué haces aquí? Crees que caeré en una trampa tan común.
La respetada investigadora vestida de colegiala como en una fantasía
fetichista, esperando que el asesino caiga y ella llevarse el mérito de su
arresto. Pero ¿qué te hace pensar, que soy tan estúpido? Han encontrado cinco
cuerpos, una buena labor tomando en cuenta que han sido los que les he querido
mostrar.Encontraron algo,solamente un trabajo perfecto, ni un solo cabello, piel o semen. Sabes por qué
estoy aquí.
-Si lo sé, vienes a buscarme.
-te equivocas, eres tú la que me está buscando. Quieres acabar con esto porque tú misma lo has iniciado. Sabes que
solo soy una sombra. Tú sombra.
Ella se da vuelta ve su propia sombra reflejada en la pared. En la banca la joven sin vida espera
el metro mientras ella escapa del lugar.
Amanece la ciudad con un nuevo titular. Una nueva víctima anónima. Un asesino suelto y un día más de trabajo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)