martes, 28 de febrero de 2017

Ironia

Nacemos con un objetivo preestablecido por nuestros padres. Heredamos sin querer gustos, enemigos, dietas y credos. Desde antes de entender un beso, tenemos metas ajenas trazadas con objetivos tontos basados en sueños frustrados y apariencias sociales. Así empiezan las vacunas, las fotos en poses tontas vestidos de escarabajo para tener la aprobación de una sociedad cada vez mas carente de afecto y educación. Demandantes de aceptación, exhibiendo nuestros hijos en las redes sociales en busca de una aprobación absurda de gente que no estará allí durante los desvelos y las fiebres. Que serán los primeros en señalarte ante el mas mínimo rumor .
BAUTIZOS, con padrinos que no veremos mas nunca. La foto con el pastel de cada mes la fiesta del primer añito que parece la boda real, el quinceaños con cientos de invitados, la boda lujosa sin amor. Y así crece el vacio que se desarrolla con nosotros hasta volverse un abismo en la edad adulta.
Adultos deseosos de atención,  agresivos. Mostrando al mundo una imagen risueña en un muro y un suspiro al apagar la luz.
¿En qué nos hemos convertido? En autómatas, con la mirada en un cristal mientras nuestros hijos crecen solos y se marchitan las flores.
La vida es corta. Demasiado fugaz. Y es triste perderla por miedo al que dirán.
La vida empieza cuando el único "me gusta" que te interesa es el que te da tu propio corazon.