Juro que de forma estoica trate de
mantenerme. Aunque piensen que fui cobarde.
Es fácil juzgar si me ves en esta situación
embarazosa pero serás mas objetivo si conoces el tras fondo de la
circunstancias.
No es mí deber darte explicaciones, es
evidente que las preguntas que te haces
en este momento debiste formularlas con anterioridad (porque los muertos no
hablan) sin embargo, permíteme tratar de ser la primera que lo haga.
Todo inició hace aproximadamente tres meses.
El ser humano es un animal tan tonto que en
vez de limitarse a dormir, comer y tener sexo como el resto de los animales
busca la manera de complicarse la existencia para tener cosas que al final no
llenan los vacíos existenciales, pero es nuestra naturaleza como seres
irracionales. Lo bueno es que la mayoría de las veces logramos nuestro
objetivo. Nos enredamos tanto la vida que cuando decidimos escapar es demasiado
tarde.
Yo como ser humano no soy la excepción. Mi
vida era tan apacible que resulto ser aburrida.
Me puse una soga al cuello que limitaba mi
libertad. Pero continuaba con los pies en la tierra y necesitaba algo de
emoción, digamos que es a lo que los humanos llaman "tener nuevas metas y
objetivos". Fue entonces cuando amarré la soga y me subí en una silla.
Allí estaba yo, sobre una silla con la
soga en el cuello. Es algo incómodo; pero tenía una vista fantástica. La
brisa era agradable y finalmente me adapte, otro aspecto importante de la
naturaleza humana. Nos enredamos la vida hasta asfixiarnos y luego nos
acostumbrarnos a ser infelices. Es en ese momento en que aceptamos que estar
jodidos no es tan malo si aun respiramos.
Apreté un poco en nudo. Pero pronto mi
cerebro se acostumbró a la falta de oxígeno y sin él, pensar era menos necesario.
A fin de cuentas seguía con vida y eso era bueno.
Fue entonces cuando tome la decisión de
poner adrenalina a mi vida. Le quité una pata a la silla. Sin embargo, descubrí
una cualidad en mi, tenía muy buen equilibrio. Así que quise llevarlo al máximo
y le quité otra para a la silla. Fue allí donde empezaron los problemas.
Guardé el equilibrio. Resistía de forma
valiente, hasta que fatigada pedía ayuda pero vi que a mi alrededor todos
estaban igual. Solo que unos aun tenían la silla con sus patas, otros tenían
solo la soga en el cuello y empecé a aconsejarlos. No me parecía buena idea que
siguieran mis pasos, pero tenían un problema también eran seres humanos.
En vista que nadie me podía ayudar. Cual
equilibrista circense resistí por años y fue entonces cuando sucedió, aunque tú
hoy digas que me dejé vencer. ..te juro que solo…estornudé.