martes, 18 de junio de 2013



A mi padre.

Entré al portal y te vi sentado en la silla de siempre, sonriendo por instante y por otros mirando a lo lejos. Te gustaba ver las ardillas saltar de rama en rama y las señalabas en un afán infructuoso de que yo con mi miopía disfrutara también del espectáculo. Simulaba verlas, reía cuando tu lo hacías. Cuando señalabas a lo lejos yo veía solo tu mano con el dedo índice señalando la distancia. Aunque tu mirada era triste tu boca decía chistes constantes, intercalados con un consejo.
Amos teníamos cosas que reprocharnos, ambos habíamos cometido muchos errores, pero al estar juntos solo importaba reír y olvidar.
Creo verte sentado en la silla de metal, regando el jardín. Amabas tanto la lluvia que se que disfrutabas ver las gotas deslizarse por las hojas verdes.  Apreciar el arco iris que se formaba al jugar con los rayos de sol.
Toda la casa estaba viva por tu risa, tu presencia. La sala la mesa del comedor, la sala de estar con el mural de la playa que tanto amabas. Todo me cuenta historias que me arrancan sonrisas y lágrimas ambas duelen, ambas laceran.
Las botellas de agua que congelabas, la de miel con la etiqueta rota en la repisa, la de vino con tu foto que de broma te dio mi tía. Todas me miran todas me hablan, te traen en escenas como en una película y yo me trago el llanto para que partas tranquilo.
El baño donde moriste está cayado. Se niega a contestar cuando le pregunto qué pasó. Si fue rápido o si sufriste, si dijiste mi nombre antes del adiós.
Tu cama con las almohadas, la mesita de noche con el libro que no pudiste terminar. Tu closeth la ropa tus cajones llenos de recuerdos que no soporto revisar.
Veo las fotos en las que estamos juntos y acaricio tu rostro, tratando de sentir tu piel en vano. Tratando escuchar tu risa tus consejos y tus regaños. Pero estás cayado. Mirando la cámara, inmóvil pero a mi lado.
Aun tomo el celular para llamarte y contarte mis problemas, y luego caigo en cuenta que mi problema es que te has ido, que perdí a mi padre y mi mejor amigo, que me siento sola y triste sin ti.

Lavo mi cara en el lavabo para que las lágrimas se vallan sin ser notadas porque aunque estabas mal siempre sonreíste como puedo entonces yo llorar para despedirte. No, no tiene sentido, no soportabas ver a nadie triste, y si es que el cielo existe y puedes verme en la distancia quiero que me encuentres sonriente como tanto te gustaba.

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