miércoles, 21 de septiembre de 2011

Im-paciente


Salí de mi casa hoy sin desayunar porque como siempre en la noche me pongo a escribir y se me van las horas. Cuando menos espero me sorprende el sol y aunque trate de recuperar el sueño es imposible en solo dos horas.
Me bañé con prisa, traté de arreglarme lo mejor que se puede hacer en diez minutos. Manejé llena de estrés viendo el reloj.
Llegue a mi trabajo, estaba la sala de espera abarrotada de gente. Mi escritorio vacio.
Las enfermeras tomando café, los pacientes… impacientes.
El reloj marca las nueve, sigo sin tener en mi escritorio ni un solo expediente.
La ultima vez que esto ocurrió Sali a reclamar y me acusaron de grosera ante el jefe.
De verdad que la lentitud (por no llamarla de otra manera que también termina en “titud”) es algo que siempre me ha costado tolerar.
Saco de mi maletín lleno de cosas de entretenimiento para estos días, un libro titulado: “El ABC de la felicidad, Aristóteles, Buda y Confusio de Lou Marinoff, trato de absorber cada palabra para no estallar en enojo. Buda me tranquiliza.
Luego saco mi computadora, para compartir contigo mi disconformidad.
Pienso en la mesa de mi comedor con el gran tazón de corn flaques y las tostadas. El café humeante.  Una nueva ola de ira me sonroja las mejillas y me calienta las orejas, respiro profundo…
Sé que mañana o ahora en la hora de la salida al recordar este día me reiré. Puede que en la próxima reunión con colegas hablemos de las bondades del sistema de salud actual y me encuentre con historias aun más aterradoras, como el compañero que tiene que llamar del teléfono público al hospital para trasladar pacientes, sin contar con ambulancia y que muchas veces rechazan.
Mientras en la televisión resuenan los tambores de una huelga médica para muchos sin fundamento, el presupuesto de salud sigue bajando, los médicos seguimos ganando una miseria y el paciente…seguirá impaciente.
Seguiré leyendo a Marinoff… para calmar el hambre y este sentimiento de impotencia.

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