El poder se sube a la cabeza más rápido que la razón.
Dale poder a una mariposa y la convertirás nuevamente en gusano; pero se creerá un águila.
Dale poder a una rata la harás creer murciélago.
Dale una gota de poder a un humano y lo verás transformado en un cerdo, bípedo dotado del don del habla caracterizado por lo irracional, impulsivo y logorreico. Lo harás insoportable. Peor aún, si cree tener poder como el rey de un castillo de naipes, ignorando que puede se caer en cualquier momento.
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