jueves, 29 de septiembre de 2011
Gracias Profesor Melquides
Empecé a escribir cuando tenía seis años.
Lo que en su inicio eran palabras inconexas, se convirtieron en oraciones con sentido y poco a poco mi manos aprendieron a plasmar lo que solo habitaba en mi mente y me pareció fascinante.
Leí veinte mil leguas de viaje submarino cuando estaba en segundo grado y ET a los cinco, dejando a todos asombrados cuando critique la película a mis seis años aludiendo que el libro era mejor y así fue como encontré sentido y propósito a mis largos y tediosos años escolares.
Es por todos conocido que nadie es profeta en su tierra y mi primer auditorio fue el mas difícil.
Mis padres siempre fueron personas que me amaron con locura pero a la hora de pulirme fueron muy enérgicos.
Primero las faltas ortográficas, luego la mala caligrafía, sumado a eso mi vocabulario reducido expresando con palabras simples y repetitivas diferentes ideas.
Las criticas de mis padres fueron duras y fue allí donde el escribir se convirtió en mi actividad secreta. Asumí que lo que hacía el único propósito que en verdad cumplía era satisfacer una extraña clase de vicio que me impulsaba cada día a plasmar miles de ideas que acudían a mi mente sin ser llamadas.
Cuando mis amigos veían y reían con los payasos yo miraba sus ojos tristes y escribía sobre eso, cuando los demás veían las flores marchitas en el florero y solo les indicaba que debían botarlas, para mi era mucho mas y corría a escribir como esa rosa dio su vida por regalar una sonrisa y así miles de cuentos fantásticos y otros autobiográficos fueron naciendo con el paso de los años.
Miles de ideas quedaron archivadas algunas se perdieron en las múltiples mudanzas y en el torbellino que arrasó mi adolescencia. Lo que se mantuvo inmutable fue mi vicio y las ganas de que mis escritos fueran leídos por alguien mas.
Me convertí en una lectora compulsiva, buscando en otros autores en que eran mejores que yo.
Descubrí excelentes obras; habían otras para mi criterio no tan buenas. Consideraba que lo que yo hacía era mejor.
Después de leer mas que "El Quijote" me di cuenta de que la diferencia entre esos autores y yo fue que ellos no se dejaron vencer por un mal comentario y valoraron lo que para ellos era un don y para mi una pasión inútil.
Un día, mi papá me llevo a una actividad en Santo Domingo, donde conocí al profesor Melquiades Villarreal, ganador del concurso Ricardo Miró, reconocido por la Real Academia de la Lengua Española. Un hombre tan sencillo. Sentí una agradable envidia.
Nunca pensé que el día de hoy él seria un apoyo tan grande para perpetuar mi vicio. Primero me critico mis frases rimadas (que no logro corregir todavía), tildes, comas y puntos. Luego fue mi paciente y mi amigo.
Gracias a él existe este blog y ya han leído mis cuentos en muchos países lo que ha logrado rescatar mi apaleada auto estima.
Un amigo que quiero mucho me dijo: ¿que ganas con ese blog?; ¿te pagan algo? y solo pude sonreír. Lo que gano es mucho más que eso.
Es por eso que hoy, hago este escrito para agradecer a un amigo que creyó en mi y que me esta ayudando incondicionalmente sin esperar nada a cambio...gracias eternas Profesor Melquiades por enseñarme que si se puede soñar...se puede lograr.
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